La paciente acudió al Hospital Miguel Servet de Zaragoza debido a los problemas neurológicos que presentaba, y de forma correcta se le realizó un scanner cerebral para descartar que se pudiera tratar de un ictus cerebral, pero resultó ser un tumor.
El problema es que pese a la gravedad del diagnóstico no se comunicó a la paciente el resultado hasta cuatro meses después.
Una vez comunicada la situación siguió esperando hasta diez meses más tarde para poder ser intervenida, como consecuencia del retraso el tumor continuó creciendo y oprimiendo al cerebro causando secuelas neurológicas irreversibles.
La paciente de 70 años fue finalmente intervenida pero al presión en el lóbulo frontal ha dejado secuelas como imposibilidad para deambular, cambios bruscos de comportamiento, imposibilidad para vestirse sola, creando una dependencia severa.
Los jueces que han examinado el caso han considerado que con 52.000 euros se compensa un daño de estas características, algo que desde negligenciamedica.com consideramos irrisorio y que aleja una vez más a la judicatura de la realidad de un estado de dependencia severa.
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