El hospital General de Cataluña ha sido condenado a pagar casi un millón de euros por una negligencia médica a un paciente al que no se le realizaron las pruebas que estableció el especialista retrasando su diagnóstico y su tratamiento.
El paciente presentaba una mielopatía cervical y acudió al hospital donde se realizó un TAC, el resultado de este fue normal, y así se comunicó al neurólogo quien estableció la necesidad de realizar una mielografía.
Pero esta prueba no se llegó a realizar, por lo que el paciente quedó ingresado sin pruebas que determinasen su patología, que fue empeorando durante las horas siguientes hasta que el paciente dejó de mover brazos y piernas.
Se produjo un cambio de turno y el nuevo neurólogo al ver que no existían pruebas volvió a pedir una mielografía que dio como resultado la mielopatía cervical procediéndose a intervenir, pero como dice la sentencia “hubo una valiosísima pérdida de tiempo” el paciente ha perdido su movilidad y tiene una grave minusvalía.
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